Esperanza Mia y Castillo Mio

ESPERAR EN DIOS

“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Romanos 15:13
Es muy sencillo utilizar la palabra esperanza como el mundo la utiliza, refiriéndose a ella como expectativa o deseo, pero no como certeza. Un ejemplo de lo primero podría ser lo siguiente: “¡no sé cómo me irá en la universidad, pero espero lograr ese título soñado!”. Cuando se usa de esta manera el término “esperanza” expresa incertidumbre. En cambio, en los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento podemos apreciar claramente que se
describe a la esperanza como todo lo opuesto a desear algo con duda e incertidumbre. Dios nos enseña que esperar en El significa certeza absoluta. El evangelista John Piper opina así: la esperanza cristiana se resume en éstas pocas palabras: “Es total confianza en Dios, porque Él lo ha prometido”.
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré”. Salmo 91:2
La vida de todos los seres humanos está rodeada de muchas incertidumbres, ¿Podré mantenerme sano?, ¿Mi esposo me amará toda la vida?, ¿La crisis mundial afectará mis finanzas?, ¿Podré mantener mi trabajo?, ¿Mis hijos llegarán a graduarse?, ¿Algún día tendré casa propia? Nadie puede saber las respuestas sobre su presente y menos sobre su futuro, sin embargo, tenemos que estar seguros de las promesas de Dios, Él nos ama profundamente, dió la vida de su único Hijo para que tú y yo seamos salvos; nos está preparando una morada en el cielo, no permitirá que nada ni nadie nos separe de su amor, pronto resolverá todos nuestros problemas por la eternidad.
Como creyentes que somos, es necesario que andemos por la vida con esperanza, porque tenemos la certeza y la confianza de que Dios cumplirá todas las cosas que nos ha prometido.
“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud”. Salmo 71:5
En un mundo lleno de incertidumbre, los cristianos descansamos sobre una esperanza con cimientos profundos.

Cuenta una fábula que cuatro velas se estaban consumiendo tranquilamente, el ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dijó: “¡Yo, soy la Paz! A pesar de mi luz las personas no consiguen mantenerme encendida.”
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dijó: “¡Yo me llamo Fe! infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.”
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella y ésta se apagó.
En voz baja y triste la tercera vela se manifestó: “¡Yo soy el Amor!, no tengo más fuerzas que quemar, las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas, se olvidan hasta de aquellas que están a su alrededor.”… Y también se apagó.

De repente entró una niña y vió las tres velas apagadas. Y dijó: “¿Qué es ésto? ¡Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final!”
Entonces la cuarta vela habló: “No tengas miedo niña, mientras yo esté encendida, podemos encender las otras velas!”
Entonces la niña tomó la vela de la ESPERANZA y encendió las que estaban apagadas.
Que la vela de la ESPERANZA nunca se apague dentro de nosotros.
Salmos 27:14
“Pon tu esperanza en el Señor; ten valor! cobra ánimo !…

Que El Dios de la esperanza nos llene de toda alegría y paz a nosotros que creemos en El, para que rebosemos de esperanza por el poder del Espíritu Santo.

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